martes, 29 de noviembre de 2011

VOY CAMINANDO LENTO

Hice lo imposible para dilatar el momento de irme a bañar, la verdad, es que me daba fiaca.
Bañarse es el mejor ejemplo de algo que te cuesta hacer, cuesta entrar a la ducha, pero una vez ahí no te queres ir más.
De mientras esperaba que LaRu llegue de su mini viaje y quedarme tranquila que un relámpago no lo convirtió en un superheroe de la liga de la justicia. Desbarié y lo reconozco.
En ese esfuerzo por no hacer lo que de hecho tenía que hacer, apoyé la cabeza contra la ventana de mi pieza a ver si veía la so-called tormenta de la que todos hablan, pero que a estos pagos aún no llega. Veo el techo de chapa de la casita de enfrente y me da bronca que no llueva un poco más y me moje la ventana regalándome la imagen deseada. Pienso en la ventana y en la lluvia y me acuerdo de la última vez que hice eso, la última vez que repetí esa secuencia, que feo día che.
Bajo los ojos y veo en el cantero cientos de hormigas. Entre 30 o 40 están intentando levantar una hojita amarillenta, pero verlas hacer el esfuerzo me asombra. Me quedo un rato largo mirando la cooperación entre ellas, como no bajan los brazos, claramente están en una situación no deseada, va a largarse feo y ellas probablemente pierdan la batalla, es más, muchas van a morir en este desafío, pero siguen.
La imagen de las hormigas de mi cantero me hace pensar en todo lo que esta vida significa, pero más que nada me surge un pensamiento:
"si traspasan el doble vidriado hasta mi pieza me muero del asco".