jueves, 18 de julio de 2013

CADA 18..

Este blog cumplirá en el mes de Noviembre 5 años de trayectoria, de palabrerio, de bobadas, de reflexiones acertadisimas, y de desconciertos varios.
Lo que no recuerdo se haya hecho nunca en este espacio, es hablar sobre el 18 de Julio de 1994.
No se por qué, ya que derivo en una de las tragedias más grandes que haya padecido el pueblo judío, el estado argentino, y por qué no, trajo consecuencias en mi que no se si se repararán.

Ese 18 yo estaba de vacaciones de invierno en mi casa de lanus, el embrollo de la embajada de Israel me habia pasado por al lado, era demasiado chica para tomar una actitud al respecto.
Sí puedo garantizar que la seguridad en las instituciones a las que concurría se habia aumentado.
Ese 18 mi mamá se fue a trabajar a su Silver Solarium barrial, y nos dejó con la chica un rato. No ibamos a ir a Capital al teatro, ni a pasear a ningun lado.
Al poco tiempo que se fue, volvió.
Desencajada, asustada, alterada. Estaba enojada con nosotros para mi, por algo que yo no recordaba habia hecho.Cerró las ventanas góticas de la cocina, pero yo recuerdo pispear el cielo antes de que las trabe y ver como una ola de humo salía a lo lejos.
Probablemente eso no pasó, eso lo agrego mi imaginación luego, cuando se enteró por que mi mamá corría por la casa y llamaba a todos desde el teléfono fijo.
Yo no sabía lo que era la AMIA.

Los años siguientes fueron muy duros para cualquier comunidad Judia. Para todos.
Yo por mi parte la pasé mal.
Ver tanta rigidez, ver los clubes llenos de vallas, el pánico general, todos tan pendientes y asustados.
Y luego sucedió.

Una mañana de no se qué mes, pero puedo asegurar que en el año 1996, durante una clase a media mañana, vinieron a llamar a nuestra maestra para decirle que teníamos que ir todos para el club, anexado por un patio, donde pasábamos los mediodías y tardes.
El primer sentimiento fue de alegría, nos íbamos de clases, pero al pasar los minutos mi estómago y mi neurosis infantil que claramente pegó un salto en paracaídas ese día, me decían que algo no andaba bien.
Al reunirnos todos los grados en el patio central del club (no debíamos ser más de 100 chicos) nos avisaron que la escuela estaba amenazada de bomba. Mi sistema nervioso no volvió a ser el mismo.
Algunos llorábamos, otros jugaban al fútbol, nos pusieron en el gimnasio del club y me separaron de mi hermano que quedó unos pisos abajo con los más chiquitos. Yo sabía que si todo explotaba el iba a morir peor, por que le caería todo el concreto encima, y no podía soportar esa idea.
Pero entre toda la muchedumbre, maestros, alumnos, gente de mantenimiento, las chicas de limpieza y directoras, había alguien que comentaba lo que se convertiría en mi peor significación del miedo hasta el día de la fecha: " Contaron que en la AMIA antes de que explote todo, el piso empezó a templar"

Esa frase no se me borró más, en el Shule no pasó nada, se crearon rumores de que habia sido un ex empleado que para todos ahora era " Nazi".
Pero yo nunca olvidé que el piso podía temblar, lo seguí sintiendo meses después de aquel incidente. El miedo se convirtió en algo existente.
Hasta el dia de hoy, se que el piso puede temblar, como le tembló a la gente ese lunes de Julio. Como nos tiembla a todos en estos 19 años que solo trajeron terror, injusticia y dudas.

Capaz cuando esto se resuelva, el piso me deje de temblar.
Capaz cuando tengamos justicia y certidumbres, el piso y el mundo vuelvan a ser un lugar seguro.

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