Yo siempre fui una botinera. Lo admito. Debe haber algún edipo no resuelto o algo por el estilo, pero los jugadores de fútbol me encantan. Hoy el fútbol maneja un poco mi vida, y no me quejo, soy feliz de acompañar este momento, siempre quise ser partícipe de algo así.
Me encontré en un sábado distinto, rodeada de hombres que no conocía, pero con el que más conozco, o mejor dicho, más me gusta conocer día a día. Nunca me había tocado compartir con el equipo y volví a replantearme esa envidia que sentimos algunas mujeres por los hombres, esa envidia al grupo, al objetivo común, a tener siempre una excusa para juntarse, como si a ellos les fuese más fácil o no tan tedioso, como si a nosotras nos costara más vernos entre amigas. Pude absorver eso, una vez más destruyendo esteriotipos que podía tener yo sobre aquel equipo de Tigre que todos los días me recuerda que "si el norte fuera el sur", todo sería más simple. Estoy en la tribuna desaforada,grito todo lo que puedo, aliento, intento no sonar tan aguda pero me cuesta bastante, no me importa quedar bien, ni que los padres de mi ex me miren con cara rara. Yo soy fan, fan de uno pero de muchos. Por que pasar un día así me dice mucho: Me habla de cuando ser muchos, significa ser un equipo. Cuando ser muchos, significa más que nada ser sólo dos. Cuando ser muchos, significa ser nosotros dos juntos.
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