martes, 5 de octubre de 2010

MAMBEADO

Yo siempre creí que el pucho controlaba la ansiedad, pero es mentira. Me la aumenta. Me abre el pecho en dos y deja a todos los virus entrar. Dos puchos seguidos, por el contrario, me lo cierran y me cicatrizan. El sol radiante me sana pero hay veces que te acordás y no está nada bueno.
Como los drogadictos.Un día a la vez. Hoy no , ayer si. Y así sucesivamente.
Terapia es buena terapia. No tendría que haberla puesto en cuarto lugar ayer.
Cuando salgo, por más que la mina me haya insultado (no es el caso de hoy), siento un alivio, se me agranda el pecho, y ese pucho post psicóloga es GENIAL. Me siento más liviana.
-Si vas a ir a correr, dejá los pensamientos acá- me dijo.
-Si, sino cuando corro se me van cayendo por el camino- sólo yo me puedo hacer la graciosa en el diván.
-Lo que hiciste fue para corroborar,como con Miami, que podías vivir sin Octavio, que no todo es eterno, que no todo es tan fatalista.-
La ve..
Salí al ascensor y me lo repetí en voz alta,quebrándome por dentro para coserme con el cigarro por venir.
Hoy como había dejado algunos pensamiento en su consultorio, corrí más liviano y no me apuré para llegar a ver Casi a tiempo. Raro.
Cuando volvía me di cuenta también, que pasar todas las canciones con una velocidad incalculable en el i pod es de ansiosa. Dejar pasar las canciones. Que cada una te cuente otra cosa. No todo tiene que ser significado y significante.Sin embargo, cuando estoy llegando a casa , quiero terminar el trote con un buen tema, un lindo cierre.
No me falló el dedito. Me lo dedicó. Lo dijo clarito: "y si por ahi el miedo me viene a buscar de nuevo, voy a recordar lo que cantamos una vez, mirando el cielo".
La busqueda de la levedad en su estado más puro.

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